Esos seres inclasificables que habitan en las redes sociales

El mundo de las redes sociales hace que descubramos términos aplicables a los tipos de personas que nos podemos encontrar.

Habrás oído hablar del trol (o de trolear), esos seres que están clasificados en esta categoría porque, tal como describe Wikipedia, cumplen con todo esto:

“En la jerga de internet, un trol, plural troles (del inglés troll), describe a una persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como pueden ser un foro de discusión, sala de chat, comentarios de blog, o similar, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional negativa en los usuarios y lectores, con fines diversos (incluso por diversión) o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí”.

Sin embargo, hoy te voy a hablar de otros seres, que quizás no sean trols del todo…yo los llamo inclasificables y están ahí, primero no los ves, pero ellos te ven ¡vaya si te ven! y te siguen en las redes sociales.

Y esperan a que la presa en algún momento comente o publique algo que les dé pie para lanzarse y entonces ¡zas! se te tiran al cuello, no perdonan…¡llegó la ocasión!

Al fin pueden hacer lo que llevaban tiempo deseando, que no es otra cosa que volcar en ti una rabia contenida (por algo de lo que no tienes ni idea…o sí), hacerse notar (no vaya a ser que no te hayas enterado de que existen) y opinar por opinar sin aportar y sin llegar a conclusión alguna.

¿Los conoces, verdad? Y seguro que hasta les has visto en persona…en muchos sitios y actúan igual, se agazapan, te conocen de sobra pero ni te saludan ni se dirigen a ti.

Porque de todo lo que publicas, aunque algo les guste, nunca lo comparten, ni le dan al “me gusta”, ni retuitean, ni te dan la razón. Y cuando no les gusta, no aportan valor o puntos de vista diferentes con congruencia y respeto ¿cómo voy a ser amable? Si a mí esta marca personal me encanta, estoy feliz de ser el referente en malas prácticas en redes sociales. Y les doy las gracias porque así puedo poner ejemplos reales en mis cursos (hay que ver el lado positivo siempre).

El valor de las redes sociales está en contribuir, que no es otra cosa que saber de lo que hablas, debatir diferentes puntos de vista sobre un tema, difundir conocimiento, publicar contenido interesante y estar siempre abierto a que no siempre te van a dar la razón, que no puedes gustar a todos y que tus opiniones pueden no ser compartidas por todos.

Si el debate surge desde el respeto, la coherencia, la argumentación, la humildad, la asertividad y la educación (y jamás desde el ataque personal), todo se puede cuestionar. Para eso están las redes y para eso tenemos que estar preparados, para no gustar a todos.

Y reconozco que gracias a los debates y la visión de otras personas sobre un tema, he reflexionado muchas veces y he tratado de entender y hasta compartir algún punto de vista que creía que no era el correcto.

Sin embargo, estos seres de los que te hablo no aportan valor en base a todo eso, interfieren por otros motivos que aún no alcanzo a comprender del todo. Y eso que yo no los sufro tanto como otras personas que observo y que tienen una paciencia infinita.

Así que tras darle muchas vueltas, creo que estos seres poseen una serie de características comunes:

–          Cobardes. Se esconden, salen de repente y cuando no tienen más argumentos se vuelven a esconder. O incluso desaparecen cuando se ven acorralados por personas que dejan en evidencia su falta de conocimiento o sentido sobre lo que dicen. Y puede ser peor: borran lo que han publicado, ¡no vaya a ser que me haya pasado un poco!

–          Incompetentes. Critican a personas competentes, quizá porque no son conscientes aún de su grado de incompetencia. ¡Qué triste! Que todo el mundo lo vea y tú seas incapaz. La soberbia les impide valorar lo buenos profesionales que son los otros, por eso, en cuanto ven la oportunidad, lo que para ellos es sumar medallas, para el resto de los espectadores es un signo más de su incompetencia.

–          Envidiosos. Expertos en practicar este deporte nacional, podrían ser entrenadores de élite. Como tengo envidia, te machaco, te cuestiono, rebato todo lo que dices y seguro que así te supero…¿en imbecilidad?

–          Superexpertos. En todos los campos y áreas, saben de todo, son enciclopedias vivas. Saben tanto que tienen que opinar de todo y que todos sepamos que ellos también son expertos “en eso de lo que tú hablas” (que no sé ni cómo se llama).

–          Inactivos. Hablan, opinan, escriben, critican, ponen de vuelta y media a quién sea pero no hacen nada. Buscan la comodidad de las teclas del ordenador, jamás pasan a la acción. Si algo no te gusta… ¡cámbialo, escribe sobre ello, hazlo tú!

–          Contradictorios. Critican algo aunque dos días después ellos mismos hacen eso que critican…muy típico ¿verdad?

–          Divertidos. Sí has oído bien. Porque no sé qué haríamos sin ellos, con el juego que dan, con lo simpáticos que son cuando dicen cosas sinsentido, con lo que mola ser espectadores de su propia incoherencia, con la sonrisa que aparece en nosotros cuando alguien le pone en su sitio y ¡cómo no! con la cantidad de cosas que puedes intuir de estas personas sin conocerlas; para los psicólogos es un aprendizaje brutal.

Así que concluyo enviándoles unas palabras para finalizar el post.

Queridos seres inclasificables:

Estoy segura que de algunos me vais a leer y también estoy segura de que ocurrirán varias cosas:

–          Si eres uno de ellos y te reconoces, no lo compartirás (o puede que sí, ironizando sobre el post).

–          Si eres uno de ellos y te reconoces, puede que lo compartas para que otras personas no piensen que lo eres.

–          Si eres uno de ellos y no te reconoces (pero los demás sí), lo compartirás porque la ignorancia es muy atrevida.

–          Si aún no te has reconocido, pero te ha dado pistas, dudarás en compartirlo.

–          Si lo eres, te has reconocido y vas a dejar de hacerlo…piensa cuál crees que puede ser el primer paso ¡tú decides!

 

 

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