Porque tú lo vales…y tu talento también

Estamos en la era del talento, queremos talento en nuestras empresas, vendemos nuestro talento (ya no tanto nuestra formación y experiencia), retenemos talento, se fuga el talento y todos deseamos rodearnos de talento.

Eso es fantástico, ¿no os parece? Qué mejor forma de reclutar que valorando el talento, qué mejor forma de conseguir que me contraten si no es vendiendo mi talento, qué mejor forma de mostrar el valor de mi empresa que reteniendo talento, qué lujo ser el director de una empresa repleta de talento.

Bonita palabra, la verdad es que nos gusta escucharla, es música para nuestros oídos, es la palabra favorita de las empresas últimamente, es el titular de muchas conferencias, es el tema de moda en cantidad de artículos, pero… ¿cuánto estás dispuesto a pagar por ese talento?

Existen tantas empresas que siguen pretendiendo rodearse de talento sin entregar nada a cambio: valoro el talento y quiero personas en mi organización con talento, pero sigo ofreciendo un sueldo ridículo o el mismo que le puedo ofrecer a otro que no aporta valor a su trabajo.

El talento se paga, la profesionalidad se paga, ser un referente en un área concreta se paga, querer a X en tu empresa y no a otro se paga, el trabajo que aporta valor se paga.

¿Cómo puede ser que en una entrevista te ofrezcan X y a la semana siguiente te ofrezcan casi el doble en otra empresa? Si eres el mismo profesional, eres la misma persona, tienes el mismo talento y tu valor es el mismo. ¿Os ha pasado, verdad?.

¡Claro que nos ha pasado! más de lo que nos gustaría.

Y os cuento un caso real: propuesta que me hace una empresa, para impartir formación, una de mis áreas de trabajo.

Te llaman y te proponen un curso: “¿Podrías dar esta materia, en este horario y en tal sitio?”

“Sí claro, envíame el programa detallado y te comento”.

Pasan un par de días: “¿Entonces lo puedes dar? Estupendo, te pasaré fechas concretas en cuanto las tenga cerradas”.

Y yo pienso: “Vale y ¿en algún momento me has preguntado por mis tarifas? ¿Me has hecho o me has solicitado algún tipo de propuesta económica? Es que te juro que me encantaría trabajar por amor al arte, porque adoro mi trabajo, pero de momento, mientras el dinero no crezca en los árboles… lo veo complicado”.

Con lo cual, no me queda otra que preguntar, obviamente: “¿Tenéis honorarios marcados, cuáles son…os paso una propuesta económica?”

Y pasa lo que me imaginaba que iba a pasar…

Me envían «su tarifa” que no es negociable (cinco veces inferior a la mía), no digo más que no tuve que pensarlo ni dos segundos.

Seamos claros, tú no me quieres a mí para impartir el curso, tú lo que quieres es que alguien con mi “perfil” esté dispuesto a impartir ese curso en esas condiciones, que es muy diferente.

O puede que me quieras a mí, pero sólo una parte de mí, la que te da garantías de que el curso va a salir bien, el paquete completo que incluye lo que cuesta mi trabajo, no te interesa tanto.

Y que conste que respeto mucho la decisión de la persona que por un motivo u otro haya aceptado ese trabajo, igual que yo he hecho hace muchos años en otras circunstancias.

Resulta muy chocante, ¿por qué la semana anterior mi trabajo para otra empresa valía mucho más? Porque apostaron por mí, me pagaron sin dudarlo, pagaron mi valor, pagaron mi entrega y pagaron mi profesionalidad porque confiaban en mí, porque me querían a mí (enterita).

¿Y cómo afecta esto a nivel emocional?

Si tu autoestima es alta y piensas en grande no tendrás demasiados problemas, el asunto se complica si la infravaloración que hacen los demás de tu trabajo te la acabas creyendo. Tu autoestima baja, dudas realmente del valor de tu trabajo y te haces pequeñito… tan pequeñito que llega un momento en que piensas que quizá no tengas talento y que tu trabajo no se diferencie tanto del de los demás. Y en el momento en que entras en bucle, es difícil salir.

Decir que no cuesta mucho, muchísimo pero una vez que lo haces, sientes tal liberación y te quedas tan satisfecho contigo mismo por ser coherente con tus valores, que merece la pena.

Así que ten en cuenta una cosa:

Tu talento no vale lo que te quiera ofrecer una empresa,

tu talento vale lo que esa empresa está dispuesta a pagar por tu trabajo.

Querido empresario que deseas lo mejor para tu empresa: si quieres un profesional con determinada formación y experiencia, con un valor añadido, con talento, con una forma diferente de hacer las cosas, con una gran implicación en lo que hace, con pasión por su trabajo y con garantías de que lo va a hacer bien…TIENES QUE PAGARLO.

El truco no está en apretar un tornillo, el truco está en que tú no sabes qué tornillo hay que apretar y el otro sí…y eso, amigo mío, hay que pagarlo.

No regales tu talento, no regales lo que vales: el que te valora de verdad estará dispuesto a darte lo que realmente te mereces.

 

 

2 comentarios en “Porque tú lo vales…y tu talento también

Deja un comentario