Leer el libro “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” de Dale Carnegie (¡publicado en 1936!) fue todo un descubrimiento. Y eso que el título no le hace un gran favor, más bien parece el típico libro de autoayuda y así es cómo definen al autor en muchas biografías: “escritor de libros de autoayuda”.
Yo diría que es un libro en el que aprendes claves sobre el comportamiento de las personas, cómo reaccionan ante las situaciones, cómo influye la comunicación en nuestro entorno, cómo crear relaciones sólidas y sinceras con los otros, cómo negociar y cómo conseguir que los otros compren lo que les quieres vender.
Porque Carnegie comenzó como vendedor de cursos por correspondencia a principios del siglo pasado…tiene su mérito. Fue un brillante comercial en diferentes sectores y existe aún hoy en día un programa que se imparte por todo el mundo, basado en el curso que él mismo impartió durante muchos años con resultados inmejorables y una excelente reputación en el ámbito de los negocios.
¿Para qué te sirve este libro?
Para ser consciente de que es posible cambiar el comportamiento de los demás si cambiamos nuestra actitud hacia ellos, tomando como punto de partida la forma en que nos comunicamos. Es un libro que te lleva a reflexionar, con ejemplos reales de situaciones que se han dado a lo largo de la historia y en los negocios y con resúmenes a modo de recetario al final de cada capítulo.
Sin embargo, lo realmente revelador para mí ha sido esta frase de John Dewey (filósofo, psicólogo y pedagogo estadounidense) que cita en el libro:
“El impulso más profundo de la naturaleza humana es el deseo de ser importante”
Si lo aplicamos a nuestra vida personal y profesional nos daremos cuenta de lo determinante que es el hecho de sentirnos importantes:
– Cuando alguien nos escucha con atención
– Cuando te llaman por tu nombre o se acuerdan de tu nombre
– Cuando te dan la enhorabuena por algo que has hecho o que te ha ocurrido
– Cuando se alegran por ti
– Cuando alguien te envía un correo o te llama por teléfono
– Cuando te piden un favor
– Cuando les interesa tu criterio u opinión sobre un tema
– Cuando te elogian y valoran tu trabajo
– Cuando cuentan contigo para una comida, una cena o un evento familiar
– Cuando te invitan a acudir a encuentros profesionales
– Hasta cuando te dan un “me gusta” te sientes importante
¿Somos conscientes realmente de que la base de nuestras relaciones interpersonales pasa por hacer sentir al otro importante?
Tal como a nosotros nos gusta sentirnos así, a los demás también (principio básico de la empatía).
No hay mejor forma de establecer una sólida relación con otras personas que hacerles sentir importantes.
Los niños de pequeños reclaman atención constantemente (“mira qué hago mamá”) porque sienten el deseo de sentirse importantes. El niño que recibe a su nuevo hermanito, acaba sintiéndose como un príncipe destronado, es lógico, tiene miedo a dejar de ser importante.
Y si aplicamos este principio al mundo de la empresa, me gustaría que probaras lo siguiente:
- Haz que tus compañeros se sientan importantes
- Haz que cada persona de tu equipo se sienta importante
- Haz que tu cliente se sienta importante a la hora de atenderle
- Mira a los ojos a las personas para que se sientan importantes
- Escúchales con atención y no pienses en tu argumento si quieres que se sientan importantes
- Concédeles el tiempo necesario para que expongan su problema y deja lo que estés haciendo para que vean que son importantes para ti
- Pregúntales cómo están ellos y su familia, qué tal han pasado las vacaciones y demuestra que sí son importantes
- Interésate por temas que les apasionen para que, al hablar de ellos, se sientan importantes: hobbies, libros, películas, deporte…
- Haz elogios hasta de los pequeños avances, así se sentirán importantes
Y sobre todo: hazlo con sinceridad, con el corazón, no es una técnica que hay que aprender a utilizar, es una actitud ante la vida, es una forma de comportarte con los demás.
Porque como dice Javier Cebreiros en una de sus charlas TED “no vengo a convencerles de nada, vengo a contarles cosas de las que yo estoy convencido”.
Muchas gracias por leerme, me has hecho sentir realmente importante.