“El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia”. Henry Ford.
Esta es una excelente frase que transmite optimismo y refuerza positivamente el concepto de fracaso, ¿verdad?
Vamos al diccionario de la Real Academia Española entonces:
fracaso
De fracasar.
1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.
2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto.
3. m. Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento.
4. m. Med. Disfunción brusca de un órgano.
¿Con qué concepto nos quedamos?
El fracaso siempre es entendido como algo negativo: cometiste un error, has hecho algo mal, no has conseguido el éxito, te has dado un batacazo, ya es la segunda vez que te pasa…¡eres un desastre!
Cuando hablamos de emprendedores, hoy en día que tanta gente ha decidido crear su propio negocio, elaboramos de alguna forma una serie de características que deben tener o creemos que tienen:
– Constancia
– Esfuerzo
– Perseverancia
– Autoconfianza
– Capacidad de trabajo
– Asunción de riesgos
– Conocimiento
– Habilidades negociadoras
– Orientación a resultados
…Y muchas más!
Pero no se menciona demasiado una que es imprescindible: la tolerancia al fracaso.
Que no es otra cosa más que volver a levantarse e intentarlo de nuevo después de caerse, ni más ni menos.
Ya desde pequeños nos castigan por cometer errores, con lo cual en la empresa continuamos con esa dinámica: criticamos los errores de los demás, llamamos la atención a alguien por un fallo, le miramos por encima porque no ha sido capaz de conseguir esto o aquello, ponemos como ejemplo del mal hacer a los que han fracasado y nosotros mismos tratamos siempre de no desvelar nuestros errores y si podemos echarle la culpa a otro, ¡mejor!
Deberíamos crear una “cultura del fracaso”, enseñarlo como asignatura incluso, porque el que ha fracasado, ha aprendido y esa es la lección más importante.
Si seguimos fomentando la baja tolerancia al fracaso, no seremos capaces de levantarnos y seguir, no tendremos ganas de intentarlo de nuevo, no querremos poner algo en marcha por el miedo a no conseguirlo, no diseñaremos estrategias innovadoras por si erramos, no seremos nosotros mismos con nuestros defectos porque nos castigarán, no nos tiraremos a la piscina a no ser que el agua esté bien arriba, no arriesgaremos por lo que creemos y cuando nos caigamos, no seremos capaces de ponernos en pie ni de volver a intentarlo.
En Estados Unidos, cuando un emprendedor que busca inversores presenta su proyecto, valoran positivamente que ya hayan iniciado alguna actividad empresarial previa y no lo hayan logrado. Hasta les preguntan: ”¿Cuántas veces lo has intentado antes?”.
Esta pasada semana se emitió una entrevista a Ángel Nieto que me sorprendió bastante por la forma en que enfocaba todo lo que le había pasado (siendo de familia humilde sin ninguna vinculación con el mundo de las motos) hasta conseguir ser corredor de motos, que era su sueño.
Su actitud de perseverancia y sobre todo, de tolerancia al fracaso fueron determinantes en su carrera deportiva. Una de las frases que me quedó grabada es que cuando llevaba dos años seguidos ganando mundiales, llegó una racha en la que no ganaba carreras y decía: “Y cuanto más perdía, más ganas tenía de seguir corriendo, casi tenía más ganas cuando perdía que cuando ganaba”. Gran ejemplo de alta tolerancia al fracaso, ¿no os parece?
Como dijo Franklin D. Roosevelt: “en la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada”.
Y tú, ¿en qué nivel estás?: ¿fracasado exitoso o tocado y hundido?
Nota: este post se escribió por primera vez en Junio de 2016 y he querido recuperarlo en mi blog para hacerle un homenaje a Ángel Nieto por haber inspirado el artículo y en su memoria con motivo de su fallecimiento el 3 de agosto de 2017. DEP campeón.
FOTO: circuito del Jarama, 1984. Autor: Ricardo Gutiérrez.