Creo que estamos casi todos de acuerdo en que nuestro propósito o meta profesional es la mejora continua y si es posible, promocionar en nuestra empresa. Esto se traduce en desarrollarnos en nuestro trabajo, adquirir nuevas responsabilidades, ampliar nuestra visión estratégica en la empresa, gestionar un equipo, tomar decisiones, liderar proyectos interesantes y cómo no, conseguir un aumento de salario.
Y yo te pregunto: ¿de verdad estás preparado para promocionar? ¿Eres realmente consciente de lo que implica? ¿Conoces exactamente qué se espera de ti? ¿Te has dado cuenta de que puedes ser un técnico o especialista en tu área excelente, pero podrías no dar la talla como coordinador o responsable de departamento?
Porque promocionar es mucho más que cambiar de despacho, ganar más dinero y tener un equipo a tu cargo.
Hay un capítulo de Los Simpson que refleja este tema de una forma divertida:
– Le preguntan a Homer (el padre de Bart) si quiere promocionar al puesto X.
– Él responde: “Sí claro, no sabía ni que existía ese puesto. ¿En qué consiste?”
– Y le contestan: “Pues básicamente hacer más horas cobrando lo mismo”.
– “Ah, entonces no me interesa”, contesta Homer.
Y es cierto que en muchas ocasiones es así, ni sabes realmente en qué consiste el ascenso, sólo porque ahora te han cambiado el cargo en tu tarjeta de visita y realmente lo único que ha cambiado es que trabajas más horas sin saber por qué e incluso a veces por el mismo sueldo. Eso no es promocionar, no me hagáis decir lo que es…¿engañar a la gente? ¿reírse en su cara?
Si queréis promocionar a alguien en la empresa, las mismas preguntas que os formulaba más arriba os las deberéis hacer también y tomar una decisión acertada sobre la persona a la que queréis promocionar.
Por eso es muy importante distinguir entre:
– Las competencias técnicas: esas que hacen que seas realmente bueno en lo tuyo, a nivel de conocimientos sobre tu trabajo, eficacia, rapidez, gestión de procedimientos. En realidad un buen especialista en tu área.
– Las habilidades: aquellas que te hacen buen negociador, colaborador, motivador, con capacidad para tomar decisiones, creativo, solucionador de problemas. Sería un buen líder o coordinador de un equipo.
Y es que el hecho de que poseas las primeras no te capacita para las segundas, que son las necesarias para promocionar.
Por eso, muchas veces se promociona a un técnico excelente para premiar su buen hacer y resultan nefastos responsables de equipo, no están preparados (o mejor dicho, no les han preparado) para asumir esas funciones y el resultado suele ser decepcionante. Seguro que de haber gestionado esa promoción de otra forma, ni la persona se sentirá incapaz de asumir el nuevo reto (¿por qué si he destacado hasta ahora en mi puesto, ahora me veo desbordado para este otro?) ni la empresa sentirá que ha tomado una decisión incorrecta.
¿Qué tengo que tener en cuenta para promocionar a una persona?
Desde mi punto de vista, estas serían las competencias más importantes:
– Liderazgo: que tenga capacidad para gestionar un equipo, que sepa motivarles, que sirva de guía, que asuma retos, que cohesione a los miembros del equipo, que les anime a proponer ideas, que sea buen organizador.
– Colaborador: en muchas ocasiones, un excelente técnico tiende a trabajar en solitario, a centrarse mucho en sus tareas. Por eso, necesitamos una persona que disfrute colaborando con los demás y con el resto de áreas de la empresa. Que tenga una visión global de la empresa, siendo consciente de la contribución de su trabajo y el impacto en el resto de la organización. Tener predisposición a aprender de su equipo y con su equipo.
– Grado de compromiso: el nivel de compromiso de esa persona debería ser individual, con los miembros del equipo y con la empresa. Al igual que en el punto anterior, podría ser que hasta ahora esa persona sólo realice su trabajo por un compromiso consigo mismo, por su responsabilidad con hacer las cosas bien, pero no por sentir un compromiso con la empresa ni con sus compañeros.
Esto va ligado al nivel de implicación: conocer si sólo le interesa sacar adelante su trabajo y con eso siente que ha cumplido o le interesa lo que le ocurre al resto y trata de ayudar para conseguir los objetivos del departamento y los de la empresa.
– Visión: deberemos comprobar si la persona tiene una visión a futuro, si se interesa por el plan estratégico de la empresa, si puede aportar valor, si tiene una visión amplia de la empresa y puede tomar decisiones importantes para el futuro de la misma.
– Toma de decisiones: es una capacidad compleja, sobre todo porque la persona estará acostumbrada a consultar y dejar que las decisiones importantes las tome un superior. Por eso, al verse en una situación en la que él es quien debe tomarlas, debe tener muy claro los riesgos que asume, las alternativas posibles, las consecuencias individuales, las grupales y las empresariales. Debe transmitir seguridad y consciencia en lo que decide y lo más importante, saber asumir errores y aprender de ellos.
– Resolución de problemas: esta será una habilidad imprescindible, ya que en el día a día surgirán temas que solucionar. Lógicamente, está ligado a la toma de decisiones.
Deberá no sólo ser capaz de resolver problemas técnicos y organizativos sino dar solución a los problemas que surjan entre personas del equipo, tener habilidades comunicativas, ser asertivo e imparcial y tratar el posible conflicto con tacto y mano izquierda. De igual forma, ser capaz de resolver problemas concretos que puedan afectar a nivel individual a cualquier miembro del equipo.
Y planteado todo esto, lo que me gustaría transmitir es que una promoción no es algo que se pueda tomar a la ligera, requiere un análisis completo de los pros y contras, es necesario contar con la opinión de las partes implicadas y preparar a la persona para asumir el nuevo reto, siempre que observemos predisposición y potencial suficiente para ello. Para eso están los planes de carrera.
Debemos ser conscientes de que no todas las personas están preparadas para el ascenso o tienen una forma de trabajar que no les capacita para promocionar, seguirán siendo excelentes técnicos o especialistas y quizá ese sea el puesto más adecuado y en el que la persona se sienta mejor. Siempre se le pueden proponer otras tareas o retos en su área que no tienen por qué suponer una promoción, pero le motivarán y sentirá que se desarrolla en su trabajo de otra forma.
Ni un magnífico directivo tiene por qué ser un excelente especialista, ni un buen técnico tiene por qué ser un estupendo directivo.
Y tú, ¿estás preparado para promocionar?
Me ha parecido muy interesante el post Paloma!! Por eso me gustaría compartirlo.Gracias por compartirlo un saludo María Juanes
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¡Muchas gracias María! Un placer que lo compartas, me alegra que te haya gustado. Un saludo!
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