Vivimos a mil por hora, vamos corriendo a todas partes, necesitamos las cosas para ya y parece que estamos entrenando para un maratón cada día.
Puede que las tecnologías tengan algo (mucho) que ver, ¿verdad?: compramos casi todo a un clic, nos ponemos en contacto con los demás en otro botón y si quiero saber algo, solo con otro clic aparece la información.
Hemos pasado de tener que esperar para enterarnos de las cosas, o para que sucedan, a quererlo todo ya mismo…¿sabes de lo que hablo?, estoy segura de que sí.
– De ese WhatsApp que envías y si en 5 segundos no te han contestado, te empiezas a impacientar.
– De ese e-mail que has enviado hace dos horas, sin recibir aún respuesta y te pones de los nervios.
– De esa aplicación que tarda en cargar y no puedes perder 10 segundos más de tu vida ¡qué lenta!
– De esa publicación en redes sociales que hace media hora que circula y aún no hay ningún “me gusta”.
Seguro que recordáis (los que crecimos en los 80 sobre manera) aquellos trabajos para el cole, en los que teníamos que ir a la biblioteca a por fuentes de información. Y nos pasábamos horas buscando, hasta que encontrábamos lo que nos servía para entregarlo al día siguiente. ¡Eso sí que era curación de contenidos! 😉
También recordaréis que las noticias se conocían en papel, en el periódico de la mañana y hasta el día siguiente no ibas a saber más, por mucha intriga que tuvieras en conocer el ganador de los Óscar.
¿Y el teléfono fijo? Llamabas a casa de tus amigos, podían contestar o no, tu amigo podía estar fuera y no pasaba nada. Ya te llamará cuando vuelva…¡sin problema!, le darían el recado y a esperar.
Y no nos ha pasado nada en el camino, seguimos vivos.
A día de hoy, recuerdo en muchas ocasiones estas situaciones porque me encuentro con esa “ansiedad” por pensar que todo tiene que ser ya. No pensamos en que, lo que vamos sembrando hoy, puedes recogerlo al cabo de más tiempo del que desearías.
Y voy al meollo del asunto: cómo enfocar este tema cuando tienes delante un montón de chavales veinteañeros (y no siempre de esta edad) en búsqueda de empleo que lo quieren todo ya.
Es complicado explicarles todo esto, que las cosas llevan su tiempo:
– El hecho de utilizar un botón para inscribirse en una oferta de empleo es comodísimo. Pero si tienes la opción de aportar, además, una carta de presentación deberías aprovecharla (claro, es que ponerte a escribir…PUFFFF).
– Si quieres ampliar tu red de contactos, debes acudir a lugares y eventos donde puedas conocer personas. Y a esas personas, ir mimándolas poco a poco, para que te vayan conociendo. Pero no, envías una invitación de LinkedIn y en cuanto te aceptan, ¡zas! Adjunto el CV. Es que menuda pérdida de tiempo hacer lo otro.
– Cuando envías un CV por e-mail, es sencillísimo (y muy rápido, claro!), pones arriba la dirección, le das a “adjuntar” y listo! Ya he enviado mi candidatura. ¿A quién? No sé, era un correo electrónico. Claro, al otro lado no hay una persona, no se merece ni que la saludes, ni que te presentes y por supuesto esa persona debe adivinar para qué se lo envías.
– Si estás buscando empresas para realizar una autocandidatura, pues nada, que para eso está el botón de CCO del email: correo a todas las direcciones en copia oculta y genial! CV enviado a 150 empresas en un clic.
¿Has pensado a qué se dedica cada una de ellas?
¿Te has molestado en mirar si esas direcciones tienen un nombre para personalizar el email?
¿Crees que tu autocandidatura puede tener el mismo impacto en todas las empresas?
– Estás en redes profesionales y no has encontrado trabajo. Ya, es que no son para eso. Si seguimos pensando que LinkedIn significa “tener tu CV en internet” mal vamos.
No es un escaparate, ni un portal de empleo. No es estar al otro lado mirando lo que otros publican. Es otra cosa muy diferente, pero para comprenderlo, necesito explicártelo con tiempo y que lo experimentes por ti mismo. Si no tienes mucha prisa, te lo cuento en detalle en otro post.
Y no digamos si te recomiendo redactar el extracto…PUFFF ¡otra vez a escribir!
– Puede que sepas que existen otros tipos de CV que no son las plantillas de Word, es decir, hay vida más allá de aquellas que tienen todos tus compañeros de curso. Hay una “cosa” que se llama CV creativo y puedes elegir diversas páginas donde hacerlo con modelos muy bonitos y vistosos que te van a diferenciar.
“Ya, pero ¿cuánto lleva hacer eso?” Si eres hábil, quizá tres horas. “No, no, me quedo con mi Word”. Pues nada, suma y sigue.
Y tiene lógica, es decir, es explicable: estamos rodeados de tanta prisa y de tanta recompensa inmediata que cuesta mucho comprender que las cosas que haces con más esfuerzo y por las que tienes que esperar pacientemente el resultado, también la tienen.
Es más, la inmediatez, no te garantiza en absoluto esa recompensa, solo que sientes que has hecho mucho en poco tiempo, pero…¿el resultado es el que deseas?
Queremos resultados rápidos: dietas milagrosas en una semana, no esperar por la comida (mejor un lugar donde te lo den muy muy rápido), cursos de 5 horas que nos cambien la vida, un cuerpo de gimnasio en un mes, ser un experto en algo solo buceando por internet…
Si buscamos empleo, si queremos reorientar nuestra carrera, si queremos ayudar a nuestro equipo a desarrollarse, los resultados irán llegando, mediante acciones que te indiquen que cada paso que das, te está acercando más a tu objetivo.
Y el camino a veces es largo (o se nos hace largo, más bien), requiere esfuerzo, está marcado por la constancia, por el ensayo-error y sobre todo, no hay lugar para las prisas. Sólo existe lugar para hacer las cosas bien y poniendo foco en lo que quieres alcanzar.
¿Te has tomado tu tiempo para reflexionar sobre todo lo que te acabo de contar?